¿Qué nos conviene más, un Banco o una Caja de Ahorros?
En Breve
- Los Bancos y Cajas de Ahorro se diferencian por su carácter legislativo. Los Bancos son sociedades anónimas, mientras que las Cajas de Ahorro son sociedades limitadas.
- Se puede decir que actualmente, tanto Bancos como Cajas de Ahorro ofrecen los mismos servicios, es más, ambas entidades compiten entre sí en precios, eficacia y atención.
- La mejor manera de saber por cual decantarnos es estudiando al detalle todos aquellos factores que más nos interesen: comisiones, intereses, remuneraciones o proximidad.
Bancos o Cajas de Ahorros, ¿qué tipo de entidad me conviene como cliente?
En nuestra vida cotidiana, las relaciones con las entidades financieras se hacen indispensables. Son muchas las ocasiones que tenemos para tratar con Bancos o Cajas de Ahorros: desde cobrar nuestros salarios hasta contratar préstamos personales o hipotecarios. Puede decirse que la banca en general es un sector económico del que tenemos que ser clientes casi obligatoriamente.
Pero desde el punto de vista de nuestros intereses como clientes, ¿que tipo de entidad me conviene más, un banco o una caja?
Diferencias fundamentales entre Bancos y Cajas de Ahorros
Vamos a tratar de explicar brevemente las diferencias fundamentales entre ambos tipos de entidades financieras.
La principal característica distintiva es que las Cajas de Ahorro no son en su esencia entidades con ánimo de lucro. Nacieron como entidades destinadas a realizar labores de apoyo a las clases más bajas, y en la actualidad están obligadas por Ley a aportar parte de sus beneficios a Obra Social. Por tanto, las cajas no tienen propietarios, sino gestores, y no cotizan en Bolsa, por lo que no pueden ser adquiridas por capital privado.
Por el contrario, los bancos son entidades con ánimo de lucro, y pueden destinar sus beneficios a satisfacer a sus accionistas y a lo que consideren oportuno.
Las cajas tienen que destinar como mínimo el 50% de sus beneficios a Reservas Obligatorias, para asegurar su solvencia presente y futura. El resto de los beneficios lo tienen que destinar obligatoriamente a Obra Social, en campos tan diversos como cultura, deporte, sanidad, conservación de patrimonio, etc. Normalmente, las cajas destinan entre un 30 y un 40% a Obra Social, lo que quiere decir que destinan entre un 70 y un 60% a reservas.
Otra diferencia derivada de la anterior es que los bancos son dirigidos y gestionados por un consejo de administración elegido por la Junta de Accionistas, y las Cajas están sometidas al control de la Comunidad Autónoma donde se encuadre su sede social, y los órganos gestores son elegidos y pactados por los representantes políticos.
También es cierto que las pequeñas cajas suelen estar menos presentes a escala nacional que los bancos, lo que puede ser un problema a la hora de encontrar oficinas cuando estamos de viaje. Pero las cajas grandes y medianas ya están en casi todos los sitios, después de unos años de políticas de expansión de sus oficinas.
Entonces ¿qué nos conviene más, un Banco o una Caja de Ahorros?
Respecto a esta pregunta, podemos decir que hoy en día no obtendremos mayores beneficios o mejores condiciones en general por ser cliente de un banco o una caja de ahorros.
Aunque en un principio era cierto que las cajas de ahorros estaban especializadas en ahorro familiar y en pequeños clientes o pequeñas empresas, en la actualidad han dado un cambio en sus estrategias y se han convertido en más bancos que cajas de ahorros.
De hecho, en volumen de hipotecas o depósitos, las grandes cajas de ahorros españolas como Cajamadrid o La Caixa están al nivel de los grandes bancos. Y con el mercado financiero actual, donde las entidades se afanan en ganar clientes, los bancos y cajas de ahorros tienen similares planes estratégicos y financieros, lo que se traduce en una gran competencia entre ellos en cuanto a precio de sus productos (hipotecas, depósitos, planes de pensiones, etc.), y también en un afán de mejorar su eficacia, atención, rapidez, etc.
Podemos decir que hoy en día no existen diferencias entre los precios de las hipotecas u otros préstamos, las comisiones que cobran o los rendimientos de los productos de inversión que nos ofrecen bancos y cajas de ahorros.
En resumen
Podemos decir que la mejor entidad financiera para nosotros como cliente hemos de encontrarla comparando todas las opciones disponibles, sin tener en cuenta si se trata de un banco o una caja de ahorros, sino más bien otros factores como proximidad de las oficinas, servicios por Internet y teléfono, presencia en el ámbito estatal, y en concreto, precios de los servicios concretos que necesitemos o remuneraciones que nos ofrecen por nuestros ahorros, además del trato profesional que nos dispensen (asesoramiento, rapidez, capacidad de resolución de problemas, etc.).
Apelamos por tanto al consejo que siempre recalcamos: comparar, comparar y comparar y luego decidir.