Cómo llevar un registro de gastos
Una de las mejores maneras de conocer siempre nuestra situación financiera real, es llevando un exhaustivo control de los gastos. Ya vimos algunas formas de controlar el gasto en los artículos ¿Cómo puedo ahorrar un dinero extra? , Trucos para ayudarte a gastar menos y ahorrar más, o Cómo hacer un presupuesto.
Conocer exactamente en qué gastamos nuestro dinero nos puede ayudar por un lado, a identificar el grado de necesidad de cada gasto, y por otro lado, a conocer en qué campos podemos intentar reducir el gasto. Lo que pretendemos es reducir el gasto en algunas cosas no imprescindibles para poder dedicar ese dinero a pagar otras deudas o cargas que tengamos, mejorando nuestra situación financiera de ese modo por partida doble.
Plan mensual de gastos
Vamos a hacer un plan mensual de gastos. Intentaremos tenerlo preparado unos días antes de comenzar cada mes, para tener tiempo de realizar las ocasionales variaciones que puedan darse, tanto en los gastos como en los ingresos.
Categorías de gasto
En primer lugar, vamos a establecer una serie de categorías de gasto, según los gastos y pagos que sabemos que vamos a tener: hipotecas, alquileres, seguros, gas, electricidad, agua, comunidad de vecinos, teléfonos, Internet, gasolina, mantenimiento del coche, créditos y pagos varios, comida, ropa, material escolar, ocio, salud, cuidado personal...y todo lo que sepamos que hay que pagar, así como un apartado que añadiremos y que llamaremos Imprevistos.
Gastos no contemplados
A este apartado asignaremos una pequeña cantidad (por ejemplo, 50 € mensuales) que dejaremos remanente para cualquier gasto no contemplado en nuestro plan de gastos.
Algunos de estos gastos son conocidos de antemano, y otros no. Entre los segundos, intentaremos hacer una previsión lo más ajustada posible, siempre intentando no ser muy optimistas (no esperar pagos excesivamente a la baja). Seremos prudentes y será mejor calcular pagos más altos que luego resulten menores de lo esperado que al contrario, y quedarnos cortos en nuestras previsiones de gasto.
Gastos mínimos
También podemos establecer para otros gastos como la alimentación o la ropa, mínimos que no supongan perder nuestra calidad de vida, que sean suficientes para vivir bien, pero que intentaremos no sobrepasar (por ejemplo, podemos poner un límite a la alimentación que no suponga comprar poca comida, sino evitar caprichos innecesarios o productos de marca cara).
Imprevistos
Cuando tengamos el importe total de los gastos estimados, le vamos a añadir un 10 % extra, porque la experiencia nos dice que siempre existen imprevistos en las facturas que no esperábamos.
Gastos frente a ingresos
Una vez establecida la previsión de gastos aumentada en ese 10 %, la confrontaremos con nuestros ingresos. Si son conocidos de antemano, como suele suceder, no habrá mayor problema.
Si nuestros ingresos son variables, haremos aquí también una previsión. Pero para ser prudentes, si no conocemos nuestros ingresos con seguridad pecaremos de pesimistas y pondremos una cantidad comedida. Un método podría ser usar la media de los doce últimos meses, a no ser que tengamos más datos que nos permitan de antemano conocer la cantidad que cobraremos aproximadamente (por ejemplo, alguien que cobre por comisiones sabrá si ese mes está vendiendo mucho o poco). Con la experiencia, cada vez será más fácil hacer el plan de gasto y ajustar más las previsiones.
Más ingresos que gastos
Si los ingresos son mayores que los gastos previstos, tendremos un excedente de dinero, que si la previsión está bien hecha y contempla todos los gastos, podremos destinar a reducir nuestras deudas y créditos. Se trata de un dinero que si no lleváramos un control de pagos casi con toda seguridad gastaríamos en otras cosas no necesarias.
Más gastos que ingresos
Si por el contrario los ingresos son menores que los gastos, tendremos que reducir algunos gastos prescindibles, como el teléfono, Internet, ropa, etc. Habrá que gastar menos para equilibrar el plan de gastos. Si esta situación se repitiera varios meses seguidos, sería un buen momento para replantearnos nuestra situación y pasar a tomar medidas más profundas, como alquilar en vez de pagar hipoteca, cambiar de trabajo para conseguir mejores ingresos, intentar reducir los consumos, etc.